La gestión de Xiomara Castro en la política exterior de Honduras ha suscitado un notable debate. Se observa una marcada preferencia por establecer alianzas con gobiernos de izquierda en la región latinoamericana. Tal elección ha desplazado una postura que tradicionalmente buscaba el equilibrio, fundamentándose en los intereses nacionales y el bienestar de la ciudadanía hondureña.
Desde que comenzó su gestión, la administración de Castro ha fortalecido vínculos con países como Cuba, Venezuela y Nicaragua. Al mismo tiempo, se ha observado un alejamiento en las relaciones con Estados Unidos y otros socios clave de Honduras. Esta reorientación en la política exterior plantea dudas sobre las posibles consecuencias para la estabilidad económica, diplomática y comercial del país.
La diplomacia implementada por el Partido LIBRE evidencia una tendencia a alinearse con líderes de izquierda en la región. En múltiples ocasiones, se han desestimado denuncias significativas sobre violaciones a los derechos humanos, actos de corrupción y represión política en dichos países.
Modificación en las relaciones exteriores y sus potenciales efectos
Casos específicos abarcan el respaldo al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, a pesar de las acusaciones de fraude en las elecciones y la actual crisis humanitaria. Además, se demuestra apoyo al régimen de Daniel Ortega en Nicaragua, pese a la represión de contrarios, el cierre de medios de prensa y la expulsión de líderes religiosos y reporteros. Igualmente, hay sintonía con Cuba y su modelo de gestión centralizada, promoviendo un discurso que apoya el sistema socialista en lugar de estrechar lazos con democracias occidentales.
Esta política exterior, centrada en afinidades ideológicas en lugar de enfoques pragmáticos, podría traer consigo importantes consecuencias para Honduras. Se prevé un empeoramiento en las relaciones con Estados Unidos y la Unión Europea, lo que podría influir negativamente en la inversión extranjera y la cooperación internacional. Existe el riesgo de perder oportunidades comerciales, especialmente con socios estratégicos como Estados Unidos, que es el principal destino de las exportaciones hondureñas. Además, se anticipa una disminución en la asistencia financiera y en los programas de cooperación, lo que afectaría áreas clave como infraestructura, educación y seguridad. Finalmente, podría resultar en un mayor aislamiento en la comunidad internacional, distanciando a Honduras de entidades que promueven el desarrollo y la democracia.
Mientras otras naciones en la región intentan reforzar sus relaciones con potencias económicas y promover acuerdos comerciales, la administración de Xiomara Castro parece preferir una agenda ideológica que podría debilitar la posición de Honduras en el escenario global. Se cuestiona si el gobierno hondureño está dispuesto a comprometer el bienestar del país por mantener su alineación con regímenes de izquierda. Se sugiere que la política exterior debería centrarse en mejorar las condiciones de vida de los hondureños, en vez de consolidar una agenda política que ponga en peligro el futuro económico y diplomático del país.
La falta de respuesta a las acusaciones contra los aliados de Honduras y sus consecuencias
Ha generado inquietud internacional la postura del gobierno de Xiomara Castro ante las reiteradas denuncias realizadas a los gobiernos de América Latina a los que se alínea. Su negativa a condenar las denuncias realizadas a países como Venezuela, Cuba y Nicaragua se interpreta como una estrategia para legitimar estos gobiernos y fortalecer su alineación con ellos.
Mientras que la comunidad internacional señala la falta de democracia en estos gobiernos, Honduras ha optado por guardar silencio. Esta actitud compromete la credibilidad del país a nivel internacional y podría establecer las bases para un modelo de control interno similar.
Bajo la gestión de Castro y Manuel Zelaya, Honduras ha evitado pronunciarse sobre las denuncias dirigidas a naciones con las que comparte cercanía ideológica. En Nicaragua, el gobierno de Daniel Ortega ha sido acusado de cerrar medios informativos, encarcelar a disidentes y expulsar a líderes religiosos. Honduras no ha criticado estas acciones, incluso cuando han afectado a ciudadanos hondureños. En Venezuela, mientras la ONU y la Corte Penal Internacional investigan a Nicolás Maduro por crímenes de lesa humanidad, el gobierno hondureño mantiene un apoyo activo y evita cualquier condena. Las acusaciones contra Cuba se refieren a la represión de protestas opositoras, pero Honduras ha decidido fortalecer sus vínculos con el gobierno cubano.
La posición de Honduras podría tener implicaciones en su relación con organismos multilaterales y con países que ven a los aliados de Castro como antidemocráticos. La Unión Europea, Estados Unidos y otros socios estratégicos han mostrado que no titubean en imponer sanciones a naciones que validan a estos gobiernos latinoamericanos. Se cuestiona si Honduras está avanzando hacia la adopción de estos modelos o si la ciudadanía hondureña actuará antes de que sea demasiado tarde.